¡Mírala!

Mírala, con un indiscutible andar, rápido y decidido, firme. Como actúa, sabe ser lo que quiere, no titubea, es segura.

Mírala, intocablemente preciosa, la ley de la belleza, simple pero tentadora, te hace dudar de la realidad. La increíble semejanza a lo imposible, como tejer la seda y verse al espejo sin reflejo pero saber que estás allí. ¿No es bella? !Lo es!

Mírala, esa corrección del lenguaje, la tremenda enciclopedia, más culta que la RAE, más exacta que un diccionario, es inteligente la fulana. Te enseña lo inenseñable aunque esa palabra no exista, sabe cruzar entre tus cabellos y colonizar tus orejas, cuan excitante mariposa que retumba tus oídos, esa es ella.

Mírala pues es inevitable, porque sabes que hay más de ella detrás de su paisaje. Te dan ganas de descubrirla, no lo niegues, la curiosa manía de abstenerte a no saber como piensa la susodicha.

Pero sobre todo mírala, porque sabes que esa criatura de tes ruborizada es más de lo que pides, la indicada para no merecerla, la que no tendrías en tu boca, porque es todo lo que no te será concedido. Así es, ella es todo, menos tuya, aunque la tengas en tus brazos.

m.l

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